La música es igual a movimiento: hace que recorramos miles de kilómetros para disfrutar de ella, consigue que nos arranquemos a bailar en cuanto la escuchamos y evoca un sinfín de emociones.
No podemos negar que la música es sinónimo de acción: moviliza sociedades enteras, une a completos desconocidos y es la abanderada oficial de las grandes causas sociales.
Con este panorama, no es de extrañar que un festival como ARN Culture Pride apostase por la música en directo como una de las herramientas clave a la hora de reivindicar su mensaje. Y qué bien lo han hecho.
Estamos hablando de un encuentro que, en muy pocas ediciones, ha logrado consolidarse como uno de los eventos más importantes del orgullo LGTBIQ+ a nivel internacional. ¿La fórmula secreta? Trabajo y dedicación.
Aunque el aspecto que a nosotros nos toca de lleno es el ARN Music Festival, debemos hacer alusión a las diferentes áreas a las que el festival da cobijo: las denominadas Beach Conferences (charlas reivindicativas, sociales y educativas para el desarrollo del conocimiento), el ARN Networking (lugar de encuentro para la creación de redes de contactos con el fin de impulsar la formación y el crecimiento de empresas y profesionales), y los denominados Alan Turing LGTBIQ+ Awards (premios a las figuras más relevantes y destacadas del colectivo LGTBIQ+).
Si a todo esto le sumamos un enclave único como lo es la Playa de las Américas, tendremos ante nosotros todos los ingredientes que han convertido al ARN Culture Pride en una de las propuestas culturales más atractivas del sector.
El resumen del ARN Music Festival podría ser así: dos días de festival, entradas totalmente gratuitas y propuestas musicales que se intercalaban entre grupos sobradamente consolidados y nombres que no nos terminaban de sonar del todo. En otras palabras: el paraíso.
El pistoletazo de salida rezumaba pop electrónico contemporáneo por los cuatro costados. El proyecto de la one woman band portuguesa, Surma, fue el mejor de los arranques.
Djs, influencers y youtubers. The Tripletz, es decir Sergi Pedrero y Lucas Loren, desarrollan y dan rienda suelta a su faceta como creativos y creadores de contenido en la red. Llevan la lucha por los derechos y visibilidad del colectivo LGBTIQ+ por bandera, y eso es algo que se palpa desde el primer momento en el escenario.
Los islandeses Gus Gus podrían considerarse creadores de himnos dentro del género de la electrónica actual. Su veteranía y experiencia le han llevado a poseer una fiel legión de seguidores en todo el planeta, y eso se nota. Sin duda alguna, una de las actuaciones más interesantes de la jornada.
La actuación de Alaska y Mario fue todo un exitazo. Ambos participaron en diversas charlas organizadas por el festival, y fue todo un cambio de registro el hecho de verlos subidos en el escenario en su faceta como Djs. Todo un lujo.
La jornada del domingo comenzaba con mucha fuerza. La primera de las actuaciones vino presidida por el reguetón reivindicativo de Chocolate Remix. Una apuesta segura a cargo de una de las más intensas activistas del género.
Izal fue, sin duda alguna, el plato fuerte del festival. La banda madrileña acababa de publicar su último trabajo, Autoterapia, y su intervención gozaba de la mayor expectación de todo el cartel. Aunque Mikel, su vocalista, estaba de celebración (pues cumplía 36 años ese mismo día), el regalo nos lo hizo él a nosotros: menudo con-cier-ta-zo. Nos cuesta un poco ser objetivos, lo sabemos, pero es lo que hay. ¿Nuestra nota? Un sobresaliente.
La electrónica combativa de la banda británica Rudimental fue la guinda de un pastel que, a nosotros, nos encantó. Los creadores de hits como Not Giving In o Feel The Love pusieron patas arriba la Playa de las Américas en su versión Dj Set.
ARN Culture Pride, sencillamente, nos ha cautivado.
Somos de la opinión de que defender la música en directo ya es, en sí mismo, toda una declaración de intenciones. Imaginad la fuerza con la que la sentimos si ésta es usada como elemento reivindicativo para defender y hacer visibles los derechos de las personas. Lo definimos en cuatro palabras: ha sido un placer.